Sofía tuvo gran afinidad con Napoleón II, hijo de Napoleón I de Francia y nieto del Emperador Francisco I de Austria (último Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico). Tal fue su afinidad que al morir Napoleón II de tuberculosis cuando tenía solamente 21 años, cambió el carácter de aquélla volviéndose más dura e interesada en la política para guardar el trono de Emperador de Austria para su hijo Francisco José.
Al ser fusilado Maximiliano en México y abandonado por todos los reinos de Europa sin haberle apoyado, Sofía se retrae y no vuelve a intervenir en la política del imperio de Austria.